sábado, 27 de diciembre de 2008

Inevitable destino

Rápidamente cruzo la calle con victoriosa sonrisa.
He hallado muerte en una esquina vacía,
que anteriormente, llena de miradas imprudentes,
se resguardaba de las pisadas de un inconsciente.

Se empaña el guardián de unas breves palabras,
que aun siendo caracterizadas, no dicen nada.
Se siente el úlimo vuelo del lugar alzándose
entre ciudades de brillante verde.


sábado, 22 de noviembre de 2008

Historias que no merecen la pena recordar I

UNA DE SUPERFICIALIDAD


Taconeaban el suelo dejando marca y movían con gracia sus caderas contoneándolas con cada paso. Se sentían reinas de un pueblo de cuento de hadas. Buscaban poseer la ropa más exclusiva a cualquier coste. Se comportaban como su propio Dios esculpiendo sus cuerpos. Y, ante todo, sus cabezas no podían tener ninguna preocupación aparte de la larga melena, que con tanto cariño habían cortado, peinado y coloreado día tras día en famosas peluquerías. Se llenaban de orgullo por haber gastado grandes sumas de dinero en ser igualitas que un muñeco de cera. Pero estas podían pasarse largas horas al sol que nunca se derretirían. Se reían al ver los defectos físicos de sus compañeros de mundo menos agraciados. No comprendían que no gastaran hasta el último pellizco de orgullo que les quedase en ser perfectos. Ellas ya lo eran.


jueves, 13 de noviembre de 2008

Juegos para dos (Capítulo 3)

Sofía se había dado cuenta que la única forma de solucionarlo era yendo a verle en persona y hablando con él cara a cara.

Desde que lo decidió hasta que se encontraba en la puerta de la casa de Marcos no pasaron más de 10 minutos. Bastante nerviosa, llamó a la puerta y esperó. Cuando escucho como se acercaba a la puerta se puso a un lado pegada a la pared esperando que no le viera por la mirilla. Se sentía como una niña pequeña, evitando afrontarse a sus propios problemas.

Marcos miró por la mirilla y no vio a nadie. Unos segundos después apareció Sofía cabizbaja. Abrió la puerta y esperó a que ella fuera la primera en hablar. Sofía simplemente alzó la mirada, una mirada de disculpa, y abrazó a Marcos apoyando la cabeza en su pecho. Él puso su mano en la espalda de ella y la arrimó con fuerza. Podía notar como él estaba oliendo su pelo. No le molestó, de hecho empezó a respirar más fuerte aspirando el olor de la camiseta de Marcos. Esta vez fue ella quién le miró fijamente y le dio un beso sin apenas darle tiempo a reaccionar. Pero no fue corto y sencillo. Fue un beso largo y lleno de sentimientos ocultos. Desde ese momento ambos sabían que las palabras sobraban.

Tras dejar exhaustos y entrelazados a sus cuerpos en la cama, él dormía y ella acariciaba las sábanas, rememorando cada segundo que le había llevado a este ese mismo instante.
Sofía decidió que era hora de hablar a pesar de que Marcos no la escuchase.

- Sé que con una disculpa no valía. Que tenía que verte para saber qué era lo mismo que yo quería. Pero ahora te vuelvo a pedir disculpas por algo diferente. Te pido disculpas por no ser tan lista como tú, por no ser tan valiente, por no ser tan madura. Te pido disculpas por haber tardado tanto en darme cuenta, por no haberme enfrentado antes, por no saberlo afrontar con cordura. Te pido disculpas por no saber que hay cosas en las que hace falta que dos personas colaboren para que funcionen, que hay cosas que son juegos para dos. Estoy segura de que valdrá la pena probar. Segura.

Cogió la mano de Marcos, la puso bajo su mejilla y se quedó dormida mientras notaba el roce de su piel.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Juegos para dos (Capítulo 2)

Pasaban los días y Sofía apenas había salido de su casa. Seguía dándole vueltas a todo lo sucedido un mes atrás, en la noche del viernes. Todo estaba borroso, recordaba imágenes y palabras sueltas sin sentido alguno.



Aquella noche ambos veían una película, comentando cada escena entre risas, sentados juntos en el sofá de Marcos. Ella tenía apoyada su cabeza en el hombro de él y cada vez que uno se reía el otro lo notaba. Se podía decir que en ese momento eran felices. Al acabar la película, Sofía levantó la cabeza, se giró y miró a los ojos a Marcos buscando un gesto crítico ante la película. Él la estaba mirando seriamente. Levantó una mano, la colocó sobre el cuello de Sofía, acercó su cara a la suya y la besó. Un beso corto y sencillo, aunque intenso. La pilló desprevenida y no supo como actuar, solo quería que no hubiera pasado. Tomó una decisión nada acertada, y salió por la puerta sin decir nada. Mientras caminaba hasta su casa, su móvil no paraba de sonar. Marcos necesitaba hablar con ella, pero lo que Sofía necesitaba era arrinconarse sola y pensar, pensar y pensar. Su móvil siguió sonando hasta las 3 de la mañana, pero ni una sola vez lo cogió. Aquella noche no durmió, solo buscaba una forma de afrontar lo sucedido. Con los primeros rayos de sol, algo en ella cambió y se decidió a llamar a Marcos. Tuvo que intentarlo varias veces, pero al final contestó.

- Fui un poco estúpido anoche. – dijo él nada más descolgar – pero no quiero que nada entre nosotros cambie por una tontería.

- ¿Una tontería? A mi no me lo parece. Si me besaste es porque sientes algo por mí y dudo que sea lo mismo que siento yo. Te conozco desde hace años y nunca he pensado en ti de esa manera, siento que tú sí. Es difícil decirlo, pero prefiero que dejemos de vernos por un tiempo hasta que te aclares tus ideas.

- Sofía, creo que estas llegando tú sola a unas conclusiones demasiado serias para no haberme dejado explicarme. Quedemos esta tarde y hablamos.

- No, Marcos. Cada uno debería pensar en lo que ha pasado, por separado.

- No me estas dejando explicarme.

- No quiero que me expliques nada. No me llames más. Ya te llamaré yo. – Sofía colgó sin dejar tiempo a explicaciones.

viernes, 10 de octubre de 2008

Juegos para dos (Capítulo 1)

Las doce de la mañana y Sofía aun estaba tirada en la cama, pero no dormía. Tan solo pensaba, tal vez cosas sin sentido. Eran fragmentos de conversaciones medio reales, medio ficticias. Ya dudaba de lo que realmente había pasado y de lo que era parte de su imaginación. Deseaba que los gritos se fuesen de su cabeza y los abrazos permaneciesen, pero lo peor siempre se sobrepone.

Lentamente se levantó, primero asomó un poco la pierna por el borde de la cama y después, con un impulso, consiguió ponerse en pie. Fue caminando hasta la cocina sin casi levantar los pies del suelo. Mientras calentaba un poco de leche al fuego, cogió el teléfono y marcó un número.

- ¿Si? - dijo un hombre al otro lado del auricular

- Soy yo

- No me puedo creer que me estes llamando. ¿Crees que quiero hablar contigo?

- Eso esperaba - dijo ella casi susurrando

- Sofía...

- Lo siento, - contestó antes de que él pudiera seguir la frase - se que fui muy egoista, pero no estaba pensando realmente lo que hacía.

- Pues la culpa es toda tuya.

- Deberías entenderme

- Pues no, no te entiendo. Y tal vez ni siquiera intente entenderte. - alzó la voz

- Ahora el egoista eres tú.

- Mejor no me vuelvas a llamar. Cuando cambies de idea, directamente ven a verme.

- Iré, pero antes... - Sofía vió como la leche se desbordaba del cazo - ¡Mierda!

- ¿A ti qué te pasa ahora?

- Espera

- ¿Encima tengo que esperar? Adios, Sofía. - colgó

- ¿Marcos? ¿Marcos? - oyó como el teléfono comunicaba.

Desesperada, apagó el fuego y tiró la leche por el fregadero. Se sentó en el suelo. Pegó un gritó al mismo tiempo que lanzaba el teléfono por los aires, haciendo que las pilas salieran volando a diferentes puntas de la habitación. Se quedó allí sentada llorando y todavía pensando.

Pensamientos enredados

Por mi cabeza siempre rondan un montón de historias que me apetece compartir y no se me ocurre mejor forma que a través de un blog.

Espero que alguna os convenza lo suficiente como para que dejeis algún comentario y os paseis de vez en cuando.

Besos,
Tess ;)