martes, 1 de abril de 2014

Desvaríos pesimistas

Todo era de alguien y nada era suyo. Cada sonrisa tenía dueño y la suya era prestada. Más le hubiera valido fingirla y no salir a deber. Llena de favores eternos que de nada han servido. Ella sigue rota. Incompleta.

Tal cual el ruido llegaba de todos lados se hacía silencio en su cabeza. Era la nada, sin color, tamaño o sentido. Cuanto menos había allí dentro, más grande era la ansiedad.

No hay comentarios: